misivas desde el universo dentro | carlos medina

el castillo de los silencios - 1989

Alguien remonta su inocencia hacia el pasado. Viaja calzado de presentes e indaga en las reliquias que un día encontró jugando. Este hombre-golondrina anuncia su eterno retorno a beber en las aguas bautismales para retoñar y “cosechando estos versos desde adentro” aviva el linaje de su sombra y lo hace con luz en cada órbita del verbo.

El poeta desovilla el tiempo y encuentra el castillo, símbolo de protección que alberga lo misterioso y la conjunción de los deseos. Esta fortaleza está hecha de silencios y son ellos los que revelan, los que envuelven grandes acontecimientos, misterios y majestades “con respuestas de miel a su acertijo”.

Carlitos, no solo nos deja 36 recintos con una multitud de cautelas y sonidos, sino que ellos vuelven a la simiente originaria y “se reinventa más niño en su utopía”.
Solo queda ovillarnos entre las fibras del poema y descubrir las vivencias que una vez más el vate larga al ruedo para que los nuevos lectores resuciten los castillos entre sus propios silencios.

Cristina Ramallo. Salsipuedes, Córdoba, Argentina, mayo del 2007.
Dibujo de Tapa : Fantasías del Paravachasca. Oscar Salas.


el cortadero
                                            a Dionisio Ramos
suspiro ancestral
por las vísceras del hombre


un sueño flaco lo atraviesa por la tarde
hacia la minga noche donde lo esperan vicios
de amor y víveres 


por la espalda del fiado
la pobreza no pide permiso 
y junto a esos perros de hambre
va toreándole a la nada
como quien llama al vino


dionisio ramos hace sus manos
amores de barro
y los pone en un horno de otro
para que en siete días
   creación divina
el final del fuego anuncie el ladrillo que sí

que protege a sus amados del frío
que guarda al amor de por las noches
que sostiene al hombre que no se quiebra
porque en esa casa
la de su ladrillos
todos lo días
se canta


el dilema
                                      a Federico Ferreira
federico ha muerto en el boliche
de su noche borracha de neblinas
piropeando escondido tras las ruinas
de una facha entrajada cual afiche

desplomada su musa en el trapiche
donde muelen sus versos de fajinas
federico ha muerto y las meninas
de alta gracia extrañan su desdiche

y sus manos de vino y nombradía
han dejado en roncosa letanía
en nosotros un cínico dilema :

si está muerto de olvido cual su sombra
o perdura en el viento que lo nombra
cuando el papi recita su poema


cuatro milagros
                                               a la tía María Esther
sentadita bien cerca de su alcoba
una biblia en su falda ferramenta
esa fe con quien vive y se reinventa
en un lerdo murmullo si la roba

y levanta la vista y se retoba
porque evita1 no está y a sus ochenta
la maldita pensión no le osamenta
la esperanza quebrada en su joroba

ya van cuatro las veces que me pide
que me quede a su lado y decide
re-contarme historias de su credo

y son cuatro milagros su cuenteada
mientras llena de paz por su mirada
resucita su niña y yo me quedo


camino de vuelta

ya camino de vuelta por la amena
senda amiga       y vencido su cafiolo
en un lento repeche silba y sólo
va pidiendo lo aguante hecho arena

y la luna de esa noche se le apena
desde un negro terror como jololo
es el kilo del queso cuartirolo
que a sus changos les falta por la cena

sin carditos    ni paz    los matorrales
le preguntan al hombre por sus males
y su vida se va con su silbido

la infinita piedad del dios de arriba
cuando en casa su negra lo reciba
lavará    su cansancio    renacido

jololo : “personaje” de alta gracia de tez bien morena de profesión hachero siempre lo veía en el centro como un mito parte del paisaje